La alabanza es la expresión de un alma agradecida, que siente alegría, júbilo, emoción, por la grandeza de un Dios lleno de amor; y por las bendiciones que recibe de El. Y expresa esa emoción sin inhibiciones, con palabras, cantando, aclamando, con instrumentos musicales, aplaudiendo, danzando, ofrendando, etc.
Es importante recordar que la alabanza es expresión de un sentimiento genuino del corazón. Es más que simplemente cantar, palmear o decir frases aprendidas, imitando la alabanza de otros. Es exteriorizar una vivencia interior genuina.
La alabanza es también un SACRIFICIO. Es decir, algo que ofrecemos voluntariamente a Dios, no sólo porque sentimos el deseo de hacerlo, sino porque debemos hacerlo. Dios merece nuestra alabanza independientemente de nuestro estado de ánimo. Su grandeza y nuestra deuda de gratitud no son alterados por los cambios en nuestras emociones. Fuente. H. Lay.
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