RSO 30/07/2022.- Por Jhon Barela.- “Y ahora bien, hermanos, os encomiendo a Dios, ya la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados”. (Hechos 20:32)
Muchos hermosos descriptores se usan en el Nuevo Testamento para ilustrar los poderes de la Palabra de Dios, tanto hablada como escrita. Por ejemplo, a nuestro Señor Jesús se le llama “la Palabra de vida” en 1 Juan 1:1, y Dios les recordó a los cristianos filipenses que deberían “mantener la palabra de vida” (Filipenses 2:16).
Nuestro Señor Jesús llamó a las Escrituras, que iban a ser esparcidas por el mundo como semilla sembrada en un campo, “la palabra del reino” (Mateo 13:19). Nuestro Creador también las llama “la palabra de fe que predicamos” (Romanos 10:8). Citando una Escritura en particular, Dios habla de ella como “la palabra de la promesa” (Romanos 9:9).
Como Sus testigos y embajadores, es a nosotros a quienes Él “ha encomendado... la palabra de la reconciliación” (2 Corintios 5:19), con la cual debemos rogar a los hombres que se reconcilien con Dios. Pablo también dijo que “la palabra de verdad” era nada menos que “el evangelio de vuestra salvación” (Efesios 1:13).
En el Libro de Hebreos Dios lo llama “la palabra de exhortación” (Hebreos 13:22). Al escribir por medio de Juan a la iglesia fiel de Filadelfia, el Señor Jesús los elogió porque habían “guardado la palabra de mi paciencia” (Apocalipsis 3:10).
Pero, sin duda, una de las metáforas más bellas y significativas de la Palabra de Dios es la que se encuentra en nuestro texto (y también en Hechos 14:3), es decir, “la palabra de su gracia”.
No hay tema más grandioso en la Biblia que la inmerecida, abundante, inagotable y salvadora gracia de Dios en Cristo, y es apropiado que la Palabra eterna de Dios sea conocida como “la palabra de Su gracia”. El libro, de hecho, termina con esta misma nota. “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén” (Apocalipsis 22:21).
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